Frase al azar

sábado, 1 de octubre de 2011

And she goes to…

Y fuí, sí. Ni aún hoy puedo creer que por fin, y sin ni si quiera esperar nada de ésto, por fin llegó. O mejor dicho, por fin llegué. La verdad que podía sentir, cuando llegué a él, cómo me había estado esperando todo este tiempo, pero ninguno de los dos creíamos ya en que pudiera pasar ésto. Os contaré nuestra historia.

Creo que desde que tengo uso de razón, él ha estado en mi vida de alguna u otra forma, siempre ha estado ahí, no como una fijación, sino que, podría decir, como algo que, creo que desde que nací porque no tengo otra explicación que llevarlo en los genes, es algo que llevo dentro de mí. El por qué, ya digo que no lo sé, pero este sí que ha sido, y creo que será, un amor de los que nunca verán su The End, porque cada día me sigue haciendo disfrutar más. Ya digo que siempre ha estado en mi vida, siempre oí hablar de él, desde que yo recuerdo. Pero ya por Febrero de hace cuatro años, volví a oir hablar de él, esta vez con más intensidad, de otra forma. No eran las palabras de siempre, no era la sensación de siempre. Esta vez se hizo notar de forma más intensa. Esta vez se podía sentir tan tan cerca que era capaz casi de darle la mano. Y fue a partir de ese momento cuando yo definiría el principio del cambio.

Febrero pasó, y con él la sensación de incredulidad ante la posibilidad de tenerlo tan cerca. Era casi un hecho que, con el tiempo, se fue difuminando, porque nuestras vidas son un torbellino de quehaceres, de deberes, de "prioridades"….y ésto, no dependía de mí. Hasta que por fin, llegó Enero. Y con la llegada del nuevo año llegó también a despertar esa sensación de acercamiento entre nosotros una vez más, esta vez algo menos intensa….no obstante pensé "ciertas cosas no pueden dejarse escapar"; y fue en ese instante donde comenzó el principio de nuestra nueva relación.24 horas…Se dice pronto, pero son eternas cuando se sabe que después de atravesar media España y un océano, vas a encontrarte con ello. Merecía la pena, sin duda y aún habiendo pasado horas encerrada en un avión, lo sigo pensando.

Tras esas 24 horas de vuelo, a pesar del cansancio, la sensación de tenerlo cada vez más cerca era mayor y a medida que los días pasaban se iba haciendo cada vez más fuerte, porque la seguridad del encuentro era casi total, ya que, aunque nada ni nadie lo asegurara, yo sabía en el fondo que el encuentro era inminente. Y así fue, se hizo esperar, pero al final llegó el momento. Y tras casi una hora de metro recorriendo media ciudad de Los Angeles y conociendo a los personajes más pintorescos que os podais imaginar, llegué a su puerta. La sensación iba en aumento por momentos, y mientras subía desde el metro a la superficie, más aún, mi corazón iba a salirse de mi pecho y el nudo en el estómago era bastante cosiderable, sin olvidar mi bloqueo mental, porque aun estando a las puertas, parecía no llegar el momento. Las escaleras subían y subían… ¡¡nunca he pasado por un tramo de escaleras más eterno!! Y poco a poco fui vislumbrando unas pequeñas luces al final del tramo y entre las cabezas de la gente que me precedían en las escaleras. Luces, gente y ruido de música y coches, cada vez más, y más…Y alcancé el final de ese infinito recorrido, y entonces de pronto lo vi, él estaba allí…¿o era yo la que estaba allí? Daba igual, juntos por fin.

Hollywood y yo, la pareja perfecta, un amor imposible que se convirtió en posible como por arte de magia, y yo diría que por la magia del cine, porque no podría describir esta historia sin decir que ha sido como una película, increíble, emocionante... de Óscar. De hecho creo que el mes, Febrero, fue el mejor mes para poder conocerlo, puesto que al mítico Hollywood le adornaban este mes con el glamour de sus tan esperados premios Oscar, no ya en lo material (porque pude tener a una de esas estatuillas entre mis manos…inimaginable) sino en el ambiente. Y a ese ambiente como digo, sumadle el ambiente típico de allí, las miles de personas que pasan cada día por sus rincones fotografiándolo todo, la lluvia de estrellas que adornan su Hollywood Boulevard hasta donde ya no alcanza la vista, su magia, la magia que desprende sólo el hecho de poder pasearte por la alfombra roja que hay dibujada en el suelo del Kodak theater y la magia de tener un encuenro con el pasado, presente y futuro del cine con sólo llevar tus manos al suelo y tocar los lugares donde estrellas como Cary Grant, Tom Hanks y Cecil B. Demille, pusieron allí sus manos; admirar la pagoda del gran teatro chino no tiene precio. Una magia que te permite pillar a Charlot, a Jack Sparrow, a Catwoman o al mismísimo Batman en un mismo lugar y poder estar con ellos. Sus rincones tan míticos, desde el lujo de Beverlly Hills y Rodeo Drive, pasando por el encanto del Farmer Market y la leyenda de los estudios de cine más populares de la historia como son la Universal y La Paramount (en esta ocasión aderezada con cuarto y mitad de huelga de guionistas en sus puertas, pero ni aún así pierde el encanto). Rincones que hacían imaginar el verte paseando con Julia Roberts en Pretty Woman por las tiendas de Rodeo Drive, o sumergirte en el universo sin sentido al más puro estilo de David Lynch, sólo con ver que pasas por Mullholand Drive. Y así cientos de momentos que me hacían tener la necesidad de poder extender bien abiertos los brazos y poder tomar este sitio para llevarlo conmigo, para no separarme nunca de él, para sentirlo así de cerca siempre, durante toda mi vida.

Pero toda película tiene su final, y esta no iba a ser menos. Llegó la despedida y, contra todo pronóstico, no fue para nada dolorosa ya que este encuentro fue tan sumamente gratificante y me llenó tanto, que en ningún momento podía sentir tristeza; sí algo de melancolía al coger el avión de vuelta, porque miraba por la ventanilla pensando "probablemente no volvamos a vernos". Pero aún así sigo teniendo la sensación de que ambos nos llevamos algo de cada uno y eso… eso sí que va a durar eternamente.

Así que esta ha sido mi "película", la historia de amor sigue presente, nuestro amor no murió cuando mi avión despegó dejando atrás el suelo de Los Angeles. Así que como dije al principio de este relato, esto no va a tener ni ahora ni nunca un The End, por tanto permitidme terminar mi historia con un clásico…

...Continuará.

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