¡POR EL PODER DE GRAYSKULL!
¡YO TENGO EL PODER!
Pueden ser incontables las veces que los muchachos de la generación de los 80 habremos dicho estas frases, así como las veces que hemos visto sus distintas series animadas, hemos jugado con sus figuras de acción o incluso hemos visto su película.
De esta última, el único recuerdo grato que tengo anda allá por el año de su debut, 1987, en donde ya contaba con la edad de 7 años y donde una tarde de un día que no recuerdo ocurrió uno de los acontecimientos que marcarían mi vida para siempre... la primera vez que fui al cine. Digo grato porque la película, a pesar de tenerlo francamente "a huevo" para triunfar, fue un despropósito mayúsculo, amén de un fracaso de crítica, pero funcionó bien en taquilla dada la cantidad de niños, acompañados de sus padres y/o hermanos, que fuimos a verla, pero de ahí a cómo salimos de las salas hay un abismo.
Volviendo a mi amado recuerdo, me remonto a aquella tarde en la que llegó a mis manos un ejemplar del Diario Sur de Málaga por medio, creo, de mi vecina Reme, dado que mi familia nunca ha sido asidua a comprar prensa, el cual abrí por la sección de la cartelera con la esperanza de averiguar si la película se había estrenado o no. Efectivamente, un gran cartel junto a la cartelera del otrora mejor cine de Málaga, el América Multicines, tan grande y pegado a la carretera que las colas podían dar la vuelta al edificio como si de una cola para el fútbol o los toros se tratase, anunciaba su estreno y en la sala grande, para variar.
A sabiendas de que mis padres, que no me habían llevado al cine en la vida y que una vez casados perdieron la costumbre de ir, no iban a prestar interés alguno en el asunto, me arriesgué a comentárselo con el absoluto convencimiento de que recibiría un ¡ah, vale! por respuesta, y más por parte de mi padre, muy poco dado a tomar iniciativas en ese sentido. Recuerdo que en aquel momento estaban terminando de comer. Pero aquel día, quizá porque la Luna se iba a alinear con mi horóscopo o porque, como padres que son, sabían lo que me gustaba aquella saga y todo lo concerniente a ella, recibí otra respuesta, la cual resumo en un breve diálogo:
- Padre: "¿Niño, a qué hora es?"
- Yo: "A las 17:30, Papá".
- Padre: "Pues vestiros tu hermano y tú que nos vamos a ir a verla."
En aquel momento empecé a comprender el significado de la frase "flipar en colores", no me lo podía creer, iba a ir al cine por primera vez en mi vida, y a ver Masters del Universo, casi nada. Una vez allí, entre los problemas de aparcamiento, la cola que llegaba al infinito, lo ajustadísimo de la hora de comienzo y lo que había que echar en comprar las tradicionales palomitas, entramos al cine con la película empezada, pero a mí me daba igual, estaba dentro del cine, el séptimo arte abría sus puertas a un nuevo seguidor incondicional, de esos que no se iba a separar jamás de su seno, como de momento así es. Una pantalla tan grande como mi ilusión proyectaba las enormes figuras de He-Man, reencarnado por Dolph Lundgren, y Skeletor, tras cuya calavera se escondía Frank Langella, por lo que os podéis imaginar la comparación entre estos dos y sus respectivas figuras de acción homónimas que superaban por los pelos el palmo (según la RAE: "Distancia que va desde el extremo del pulgar hasta el del meñique, estando la mano extendida y abierta") de estatura. Para rematar la faena, el sistema de sonido envolvente se encargaba de reproducir a todo volumen la fantástica fanfarria compuesta por Bill Conti para la película, la cual podéis escuchar en nuestro apartado de bandas sonoras.
Una vez terminada la película, y aprovechando que no existía tanto control para verificar el vaciado de las salas entre sesiones, mi padre nos escondió a mi hermano y a mí para quedarnos en la sesión siguiente y ver el fragmento que nos habíamos perdido.
A la edad de 7 años, y envuelto en aquella emoción por haber cumplido un sueño, mi sentido crítico no era tan agudo como para darme cuenta de la realidad, de la que soy consciente ahora que tengo 31. La película, por decirlo de alguna manera y para no extenderme demasiado, poco o nada tenía que ver con la historia real, ya que el argumento de la película ni se le parecía, y ya no hablamos de los personajes, que, salvando a los principales, que ya estaría bueno, de un total de casi 50 figuras de acción que podría tener la colección, amén de vehículos, criaturas y demás para poder inspirarse, se inventaron su propio elenco que, cómo no, para rentabilizar de alguna manera el desastre, aparecieron como figuras de acción para su adquisición.
Pero Masters del Universo, como muchas personas de generaciones posteriores a la nuestra pueden pensar, no ha sido ni es sólo, en mi opinión, "una película mediocre". Todo lo contrario, la película fue una forma de acabar con el enorme éxito de una franquicia consolidada.
Masters del Universo nació de la mano de la compañía juguetera Mattel, conocida mundialmente gracias a la colección de muñecas Barbie, de quien todo está dicho ya a estas alturas. Ella, su novio Ken y su infinidad de amiguitas, coches, perritos, casas, vestiditos, y de todo lo que se te puede pasar por la cabeza, copan generación tras generación las listas de Reyes Magos y demás fechas señaladas entre el género femenino. Por tanto, y aprovechando que la saga Star Wars estaba triunfando en sus inicios, apoyada por un brutal merchandising que incluía su propia línea de juguetes, la empresa deseaba lanzar una generación de figuras de acción orientada al género masculino que compitiera fuertemente con ésta y que tuviese el mismo éxito que Barbie, y entre iniciales fracasos y duros comienzos nacieron los Masters del Universo.
A grosso modo, la historia trata de... bueno, mejor que nos lo cuente su protagonista:
El éxito fue tan rotundo que el merchandising se amplió en forma de series de dibujos animados (con moraleja educativa incluida al final de cada capítulo), cómics de publicación mensual, minicomics adjuntos con las figuras, pijamas, tazas, espadas, pósters, y así hasta el infinito. Incluso se creó una historia paralela y con un argumento casi idéntico, solo que orientado para captar al público femenino, llamada "She-Ra, la Princesa del Poder", cuya protagonista también quiere contaros su historia:
La serie de figuras de acción se fue publicando desde 1982 hasta 1987, añadiendo nuevos amigos de He-Man, nuevos esbirros para Skeletor y dos facciones diabólicas más, la Horda del Terror, liderada por Hordak, y los Hombres Serpiente, liderada por King Hiss, amén de más castillos, vehículos, criaturas, etc. Las jugueterías no daban abasto, el apoyo comercial generado por los geniales anuncios de televisión (de los mejores que se recuerdan en la historia), que recreaban escenas de acción en paisajes variopintos donde las figuras hacían gala de sus respectivas habilidades, comentadas por la voz en off de un eufórico Constantino Romero y bajo una sintonía breve pero pegadiza a más no poder, fue bestial. Tanto fue así que incluso pequeños comercios como kioscos o cualquier lugar donde las madres llevasen a sus niños, como mercerías, aprovecharon el tirón y también las vendieron.
Pero como toda empresa que triunfa, las dificultades financieras llegaron, en gran parte por los nulos beneficios recogidos de las enormes expectativas generadas por la película, que no hicieron relanzar unas ventas que ya estaban empezando a decaer, y que desembocaron en el parón de la producción de juguetes y el fin de la franquicia.
Pero Mattel no se rindió nunca y en 1989 volvió a la carga con otra línea de juguetes inspirada en la anterior, aunque trasladada a una época más futurista y espacial, acompañada también por su respectiva serie de dibujos animados, pero ya no fue lo mismo. Conscientes de ello, en 2002 se retomó la serie original, y esta vez fueron muy en serio: se desarrollaron nuevos hilos argumentales que relataban los orígenes de la historia y sus principales personajes, se corrigieron errores de las anteriores series, se otorgaron más tintes de acción a los capítulos y se remodelaron los personajes sin que estos perdiesen su esencia original gracias al trabajo de los diseñadores de esculturas "The Four Horsemen", pero en una sociedad actual donde imperan las consolas de videojuegos o los móviles apenas hubo cabida para esta nueva era, por tanto ni la serie ni la colección de figuras se terminó. Francamente, las nuevas generaciones se lo pierden. Os pongo sendos vídeos, esta vez en inglés, pero que os servirá para que os hagáis una idea de las diferencias entre las sagas:
En 2008 Mattel llama de nuevo a las puertas del éxito con "Masters of the Universe Classics", resucitando con la ayuda de nuevo de "The Four Horsemen" a las figuras de todas las sagas e incluso añadiendo algunas que no aparecieron como juguetes pero sí en las series de dibujos animados. Esta vez se mantienen fieles a los modelos originales, sólo que otorgándoles más puntos de articulación y corrigiendo algunos aspectos en los acabados. Lo malo es que esta colección no está al alcance de todos, ya que son ediciones limitadas, las cuales son destinadas casi en su totalidad a suscriptores que cada mes van recibiendo la que corresponde. La única tabla de salvación se encuentra en el mercado de segunda mano, donde todavía pululan algunos "cazatesoros", entre los que me incluyo, en busca de estas figuras (nuevas o antiguas), bien porque les faltan, o bien porque se rompieron o las regalaron a sus pequeños familiares con los posteriores arrepentimientos y penitencias.
Y para terminar, se oyen cantos de sirena acerca de una nueva película de "Masters del Universo" que, según dicen, si respetará la historia original y reparará los daños, sobre todo morales, que hizo la anterior, aunque aún tocará esperar, amigos.










